Los recuerdos ominosos de la escuela secundaria durante la dictadura, con ese filo de angustia que la experiencia y los años no logran disipar; un boxeador de segunda fila que busca amparo en el evangelismo para caer aún más abajo; jóvenes de los suburbios que son naturalmente reclutados por el mundo del delito y que son vencidos por la impericia, por la ansiedad o por reglas que ignoran; un argentino en fuga que se aficiona al buceo y descubre tarde que la inmersión en el océano es un peligro menor frente a las amistades que hace; familias y parejas sumidas en el colapso del que solo se despierta por la violencia.
La escritura de Marcos Herrera, distante y precisa, ajena a los dobleces de la misericordia, pinta un mundo exhausto. Los personajes de los cuentos de La escuela de Satán están ciegos frente a su destino. No es una deficiencia, es una condición: el sentido los elude, la fatalidad los convoca. Cuando lo comprenden, si eventualmente lo comprenden la oportunidad y a veces la vida han pasado. Uno sospecha que, como tantos otros, quisieran despertar siendo otros; que la realidad se detenga por un instante, el tiempo suficiente para poder leerla y para cambiar sus piezas defectuosas. No acceden a ese beneficio. Su redención, si la hay, es literaria.
Editorial: Edhasa
Páginas: 232