En 1973, Luis Gusmán publicó El frasquito. Su escritura descarnada, las relaciones transgresoras y subversivas de los personajes, lo convirtieron en un libro de época; luego en un clásico. Unos años después salieron Brillos y Cuerpo velado. Los tres eran novelas cortas, pero su intensidad (y su oscuridad) desbordaba la brevedad del género.
Esa escritura, preñada de furia, muerte y enigma, se fue cincelando. La furia se hizo más sobria, se convirtió en precisión y firmeza; la muerte y el enigma permanecieron. Lo atestiguan novelas ejemplares como Villa o El peletero, y también los cuentos aquí reunidos. Son un microcosmos de su obra, una eximia galería de sus temas y de la madurez de un escritor. La ambigua dignidad del pasado, los oficios y los valores en vías de extinción, el perdurable recuerdo del primer amor, la sombra helada y solitaria que proyecta una tragedia. La maestría narrativa de Gusmán se despliega en estas páginas.
Editorial: Edhasa
Páginas: 264