Se secó las lágrimas con el puño almidonado, que al instante dejó de ser inmaculadamente blanco para presentar un color grisáceo, se quedó en si misma unos segundos antes de confiar que nadie lo notaría. Se acomodó el pantalón, tomó el tiempo suficiente para hacer una radiografía de su corporalidad, analizó su aspecto que estaba acorde a la ocasión. No pudo continuar con la tarea por los bocinazos ensordecedores de un chofer enloquecido por el embotellamiento de la hora pico. Cruzó como pudo la inmensidad de la avenida, a los empujones, entre la jauría de peatones que se apuraban unos a otros en un intento desenfrenado por ganarle al tiempo. Apenas se sostuvo en pie sobreviviendo a la horda enfurecida, se preguntó donde quedaban los indicios de humanidad en momentos como éstos pero se apresuró a desviar los pensamientos, no debía distraerse si quería seguir con los propósitos.
Autora: Alicia Peressutti
Editorial: Ediciones Del Copista