La seducción es una preocupación universal y sus modalidades son infinitas. Pero, ¿por qué escribir un libro sobre la seducción ligado con el más antiguo tratado sobre la estrategia que, contra toda expectativa, se impone hoy como el más citado entre políticos, empresarios y estrategas en todo el planeta? Porque tienen en común la relación con el otro, con la diferencia de que la primera jamás utilizará la violencia para alcanzar sus fines, y comparten la cuestión del ejercicio de la voluntad individual y colectiva.
Hace unos 2.500 años, un chino escribía en chino para chinos un opúsculo de trece artículos, en un imperio feudal y rural expuesto a incesantes guerras intestinas. Contra las catástrofes y las devastaciones que asolaban el país, surgió el pensamiento estratégico más económico que exista, y que sostiene que el objetivo último del arte (y no de la ciencia) de la guerra consiste precisamente en evitarla, “pues las armas son instrumentos de mal augurio que no hay que utilizar más que como un último recurso”. La excelencia en el arte de la guerra consistiría, entonces, en no hacerla, y si extendemos esta proposición a la seducción, podríamos preguntarnos si ésta no consistiría, entonces, en seducir sin que se note que lo hacemos. Retomando los trece capítulos de El arte de la guerra, el autor brinda claves originales para seducir, tanto en la vida laboral o profesional como en la privada
Editorial: Claridad
Páginas: 144