Antes de ser psicoanalista, Lacan fue psiquiatra. Sus primeros escritos no se publicarían si no invitaran a una lectura a posteriori. ¿Qué nos enseñan sobre la formación del futuro analista?
Su clínica hunde sus raíces en la unicidad del caso. Jamás se lo elige más que por su “singularidad”. Debe presentar un “carácter original”, una “atipicidad”. Cabría reconocer en ello una orientación hacia el “uno por uno” impuesto por la práctica analítica.
La singularidad del caso vuelve a encontrarse en el nivel del detalle clínico, circunscripto con un afán de precisión llevado al extremo de la minuciosidad. Más tarde, Lacan se referirá a su gusto por “la fidelidad a la envoltura formal del síntoma”.
Otros tres rasgos constituyen huellas del porvenir. Uno es el uso del término estructura para designar la organización de una entidad que forma un todo, separada de la noción de desarrollo. Otro es la importancia otorgada al análisis de los escritos de los enfermos. Y, de ahí, la conexión establecida entre el síntoma y la creación literaria.
Editorial: Paidós
Páginas: 144