La mitología poética de María Laura Coppié emerge sutilmente de las páginas de Peregrina.
Peregrina de huellas en el viento, de soledad habitada, de madre con urgencias y de espejos ajenos.
De ser otra y la misma. Enamorada del mar –su hombre eterno– que le pide que vuelva. Porque su poesía es el regreso a Ítaca, ¿hogar o casa?
Hay demasiado mar entre los dos, para seguir el viaje bajo la lluvia, con la viudez a cuestas, con los muertos que la nombran, con la melancolía de la Virgen que está más triste que ella.
El desdoblamiento del amor, omnipresente, omniausente, la lujuria, el erotismo como puertas entreabiertas, como crepúsculos, como silencios que gritan, estremecen desde el pie hasta el pelo en Peregrina.
La reina resiste y se hace cargo, con la valija en el umbral, la de volver. La reina arde todo el tiempo porque “la diferencia entre el fuego y las cenizas es apenas un instante”.
En la fragilidad del naufragio no se cumplen promesas ni se arrastra el pasado.
Peregrina es una isla dulce y valiente, una cosmovisión para leer y sumergirse.
Editorial: Macarón de Proa