Henry James encaró la escritura de Otra vuelta de tuerca como un desafío literario y lo consideró una muestra de ingenio destinada a cautivar a los lectores más difíciles de atrapar.
Quizás ningún otro libro de James constituya una demostración tan eficaz de los dones del autor –una inventiva desbordante genialmente administrada– como este relato de “condenados” o “almas en pena”, que nace de una amable conversación al calor del fuego y arriba a un desenlace escalofriante.