¿Cómo pensar, en el siglo XXI, las relaciones entre el cuerpo y la palabra? Si el ser humano es un cuerpo que habla, ¿Cuáles son sus dialectos? ¿La carne, la piel, sus agujeros? ¿Qué ocurre cuando enmudece, hace silencio o prefiere callar? En Nadie sabe lo que dice un cuerpo, Luciano Lutereau se atreve a plantear preguntas tan inquietantes como sugerentes: por qué llamamos “interior” a la ropa interior, por qué siempre hay una parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, por qué hay otras de las que decimos que las “heredamos” de otros (la nariz del padre, la boca de la madre, etc.). De esta manera, nos introduce en las diferentes aristas de la experiencia corporal devolviéndole su ambigüedad fundamental: el cuerpo es invisible, nunca está donde lo vemos (o pensamos); lo que nos une con ese objeto íntimo y extraño a la vez es una distancia imposible de eliminar.
En los capítulos que conforman la obra, Lutereau nos conduce por los diferentes caminos en los que nos encontramos con nuestra corporalidad; no considera al cuerpo desde el punto de vista biológico, sino como un gran supuesto con sutiles análisis que nunca dejan de tener en cuenta la perspectiva de actualidad y la crítica social a los discursos hegemónicos que dicen querer liberar el cuerpo, pero lo esclavizan en nuevas técnicas. “No tenemos un cuerpo, lo padecemos”, dice nuestro autor, para llevarnos también a una relectura de las pasiones. “No somos el cuerpo, sino que a través de él descubrimos la relación con nuestra falta de ser”, insiste uno de los psicoanalistas más lúcidos de nuestro tiempo, con quien una vez más descubrimos que las preguntas, cuando están bien planteadas, son más importantes que las respuestas.
Editorial: Letras del Sur
Páginas: 196