Manuel Belgrano fue un hombre a quien no le importaron los obstáculos que tuvo que enfrentar para cambiar la realidad que vivía, porque no le gustaba.
No fue solamente quien enarboló por primera vez la bandera argentina, ni tampoco fue este un hecho que haya entusiasmado al gobierno central, que llegó a castigarlo, convirtiéndolo así en un desobediente.
¿Por qué la historia le asignó ese rol y le dio muy poca relevancia al resto de las cosas que hizo?
Este libro contesta estas preguntas y nos permitirá descubrir al hombre de carne y hueso escondido detrás de una imagen de prócer, muchas veces hasta caricaturesca, un hombre que vivía en un mundo que le parecía injusto, y que decidió cambiarlo.
Sus expediciones militares y su desempeño como integrante de la Primera Junta de Gobierno de 1810, no pueden hacernos olvidar que también fue el líder del éxodo jujeño, una de las proezas de nuestra historia, además de ser el gran impulsor de la educación pública, de calidad y gratuita, ya que estaba convencido de que el sistema educativo colonial solo servía para robar el interés de los niños, a quienes consideraba imprescindibles para el futuro del nuevo país.
Murió en la pobreza, olvidado por el poder de turno. Acaso el destino trágico de tantos grandes hombres que hicieron la patria.
Editorial: Lea
Páginas: 64