En nuestro país no ser afecto del fútbol puede significar; lisa y llanamente; ser un marginado. Si usted nunca ha sentido ni siquiera el más leve escozor por el más popular de los deportes; seguramente muchas veces se habrá sentido como un paria. Habrá quedado excluido de largas y encendidas discusiones en la oficina o el club; vagará solo y cabizbajo por calles desiertas las noches en que se televisa un importante partido en directo.
Editorial: Plaeta