En "Los restos del día", la voz clara y rotunda de Verónica Ruscio reflexiona sobre los modos en que las ausencias propias y ajenas trazan un nuevo orden vital. Lo mismo que la materia alrededor de un agujero negro, cuyo centro desconocemos, aquí la vida se agita en torno a la muerte. Es ella, aunque lesa, lo relevante. Desplegada en versos de certera y trabajada sencillez, la hallamos confusa («aquí están sus pertenencias»), contradictoria («una mañana en el aula de segundo año»), cotidiana («dejé de ver al hombre de planta baja»), laboral («cuando el hijo recién nacido de X.»), tierna («una vaca muerta») y con interrogantes que no ceden a las concesiones: «¿acaso sabemos quiénes / son los muertos? / ¿esos que se van / o los que quedan?», inquiere en «Ubi sunt».
Tras la experimentación formal que mostró en Albergue Transitorio, su proyecto de literatura digital, con fina habilidad para conjugar verdad y belleza empleando las palabras de la calle, la poeta ha elaborado –me arriesgo a decirlo– su mejor libro. Uno que espera que los lectores hagan suyos sus poemas.
Editorial: Mascarón de Proa
Páginas: 64