Los Juegos Evita fueron concebidos como un gran programa de salud, una herramienta para la inclusión, desde la Fundación Eva Perón. Impulsados por un médico visionario, Ramón Carrillo, lograron que miles de niños pudieran participar de actividades organizadas bajo el paraguas de una concepción solidaria del deporte. Dando respuesta a necesidades populares concretas, el fenómeno superó su matriz deportiva y se incrustó en el sentimiento de millones de argentinos.
El golpe del 55 intentó borrarlos de la memoria popular, pero lo que se graba en el corazón no se olvida. Y así volvieron a realizarse de 1973 a 1975, con el plus de contar como participante a Diego Maradona, quien dará allí su primera vuelta olímpica a nivel nacional. Luego, en el 76, otra vez la noche, más cruel y asesina. Quisieron arrasar con todo, pero tampoco lo lograron. Tras la vuelta de la democracia el deporte social debe aguardar largo tiempo hasta regresar a sus fuentes. En 2003 se dan los primeros pasos, en 2004 se instalan en todas las provincias y en 2008 los Juegos son amparados por una Ley Nacional.
Como dice Víctor Santa María en el prólogo, durante los últimos años, los Evita “fueron consolidándose dentro de la agenda social y deportiva, a tal punto que llegaron a constituirse
en un derecho adquirido de toda la población, y en un deber del Estado argentino el garantizar su continuidad”.
El presente libro representa un documento único que recorre una historia que marcó a generaciones de argentinos con el deporte y la solidaridad como bandera.
Editorial: Octubre
Páginas: 200