El discurso económico clásico se basa en postulados que presenta como evidentes por sí mismos: oferta y demanda planteadas de manera independiente, individuo racional que conoce su interés y sabe como tomar la decisión que corresponde a él, reino incondicional de los precios...
Ahora bien, basta estudiar con detenimiento, una transacción, como Pierre Bourdieu lo hace aquí en el caso de la compraventa en el mercado inmobiliario en una región de Francia, para advertir que esos postulados abstractos no alcanzan a explicar la realidad.
El mercado es construido por el Estado, que puede decidir, por ejemplo, favorecer el acceso a la casa individual o a la vivienda colectiva; en cuanto a las personas implicadas en la transacción, están inmersas en construcciones simbólicas que constituyen, en sentido fuerte, el valor de las casas, los barrios o las ciudades.
La abstracción ilusoria de los postulados clásicos, por otra parte, es criticada hoy por algunos economistas; pero hay que ir más lejos: la oferta, la demanda, el mercado e incluso el comprador y el vendedor son el producto de una construcción social, de modo que no es posible describir adecuadamente los llamados procesos 'económicos', sin recurrir a la sociología.
En lugar de oponerlas, como se hizo tradicionalmente, es hora de comprender que sociología y eonomía constituyen en realidad una sola y la misma disciplina, que tiene por objeto el análisis de los hechos sociales, de los que las transacciones económicas, después de todo, no son más que un aspecto.
Editorial: Manantial