Estaba un día caminando cierto pirata por el puerto. Su pie izquierdo y su bota eran súper amigos. El pie derecho se había perdido adentro de un tiburón en un naufragio. Él entró en una depresión post-pataperdida. Por recomendación de su terapeuta, se mandó a tallar una hermosa pata de palo y se compró la bota más piratezca del mundo. El remedio funcionó. Otra vez se sentía el de antes. Su pie y su bota se entendieron tan bien, que la gente comenzó a llamarlo “Botazul”…
Editorial: La Brujita de Papel
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