Tras una vida en altamar, el capitán Celestino espera la muerte. Lo hace en su vieja casa de infancia, aquella en la que su madre pasó sus últimos días sin noticias ni nostalgias del hijo. El abandono y el olvido se sienten en cada habitación, en cada rincón. El desamparo somete al jardín: malezas, setos y hiedras conquistan las paredes, irrumpen por las tejas, atraviesan las ventanas.
A ese exuberante jardín dedica Celestino sus últimos cuidados. Con ásperas manos saladas riega geranios, poda claveles y cuenta con ternura las espinas de cada rosa. Ahora, este viejo hombre de barba larga y un solo ojo decide convertirse en jardinero. Se dice que fue un feroz corsario, un traficante de esclavos; que le cortó la cabeza a un enano, prendió fuego un elefante y partió a una mujer al medio. Pero el jardín no lo juzga. Mientras su mente se deteriora, Celestino se hundirá en ambiguas apariciones y oscuras confusiones hasta que no quede de él más el inefable misterio de una canción de marineros.
Editorial: Edhasa
Páginas: 104