Parece una pregunta sencilla e inofensiva: ¿qué es la idiotez? Pero basta repetirla una o dos veces, meditarla unos segundos, para que empiece a desconcertarnos. Todo el tiempo señalamos idioteces, nos indignan los idiotas. Incluso a veces, las menos, nos sentimos uno. Solo esto constituye un indicio, entre muchos, de dos cosas: lo masiva que es la idiotez, y su opacidad. Comodín, la idiotez sirve para describir infinitas conductas, pero Medusa deja perplejo –idiota– a quien se anima a mirarla.
Axel Cherniavsky enfrenta en su libro las dificultades de definir la idiotez hasta las últimas consecuencias. Descubre así que esta figura apa-rentemente trivial tiene la fuerza para desafiar nuestros hábitos intelectuales más arraigados, para cuestionar los valores más evidentes: es rápida, escurridiza, mucho más ágil que quienes buscamos pensarla. Podemos creer que se la puede atrapar en una definición, como “deficiencia intelectual”, por ejemplo. Pero es una ilusión que implica desnaturalizarla. Si queremos seguir los movimientos de su experiencia real, hay que estar dispuestos a llevar nuestro pensamiento al límite de la consistencia.
Editorial: Tusquets
Páginas: 184