Cuando alguien me pregunta por qué o para qué escribo, o si siento miedo a la hoja en blanco, me gustaría contestar con la misma gracia con que lo hizo hace tiempo Isabel Allende: “Al contrario, siento tanto placer como si me tendieran una sábana blanca sobre el colchón para invitarme a hacer el amor…”. Hay algo de esa voluptuosidad, de una especie de sensualidad del espíritu, un placer estético y un desafío: crear imágenes coherentes, personajes creíbles, más allá de la realidad concreta o virtual del contenido.
Editorial: Planeta
Páginas: 240