Lo que cuenta en la supervivencia de un arte como el del actor es, sobre todo, preservar aquellas cualidades humanas necesarias para ejercitarlo de una manera libre y plena. Si se trata de triunfar a toda costa como Marylin Monroe o como Marlon Brando, todos los medios para lograr el ansiado éxito profesional parecen valer la pena. No obstante, hay que ser conscientes del alto precio que suele pagarse por ello.
En este sentido, y desde la óptica de la enseñanza del arte de actuar, ¿cuáles son los límites a los que debe atenerse un pedagogo? ¿Hay principios claros en los extremos del arte del actor como los hay en los deportes extremos? ¿Es perversa, en definitiva, la aplicación del método interpretativo del Actor’s Studio?
Jorge Eines opina que cualquier individuo es libre para autolesionarse, pero un profesor no debería impulsarlo a que lo hiciera. La técnica es una regla de seguridad; de lo contrario, el arte se desplaza hacia un extremo en el que ya no hay arte. Así, la técnica de la interpretación es concebida como un proceso en el cual el actor o el alumno de Arte Dramático se interroga a sí mismo sobre los límites de su propio arte.
En Hacer actuar, el actor en formación y el ya formado (si esto es posible, pues un actor nunca está formado del todo) encontrarán una firme, vibrante y esclarecedora defensa de la técnica como esencia del oficio de actuar que hace factible la aparición del talento, pues éste, en opinión del autor, no se posee: se conquista.
Editorial: Gedisa
Páginas: 176