Elon Musk sufrió acoso escolar. Un día unos niños lo empujaron por unas escaleras y le patearon la cara hasta mandarlo al hospital. Pero esas cicatrices físicas fueron insignificantes comparadas con las emocionales, las que le había causado su padre, un canalla e ingeniero carismático y fantasioso. Cuando Elon llegó a casa tras ser dado de alta del hospital, su padre lo reprendió. "Me gritaba, me llamaba idiota y me decía que era un inútil", recuerda. El impacto psicológico que su padre le produjo condicionó su crecimiento y lo convirtió en un joven fuerte pero vulnerable, propenso a bruscos cambios de humor -a lo Jekyll y Hyde-, con una gran tolerancia al riesgo y un épico sentido de misión, pero con unas enormes ansias de drama y una intensidad maníaca, cruel y a veces destructiva. A principios de 2022, tras un año marcado por el lanzamiento de treinta y un satélites de SpaceX, por la venta de un millón de coches Tesla y por haberse convertido en el hombre más rico del mundo, Musk confesó, arrepentido, su impulso por provocar el drama. "Necesito cambiar mi forma de pensar para dejar de estar en modo crisis, que es como he estado en los últimos catorce años, o probablemente toda mi vida", explicó. Al mismo tiempo, compraba en secreto acciones de Twitter, el mayor patio de recreo del mundo. Con los años, los momentos difíciles lo transportaban de nuevo al acoso que había sufrido en el patio del colegio. Ahora tenía la oportunidad de ser su dueño. Durante dos años, Walter Isaacson fue la sombra de Musk, asistió a sus reuniones, recorrieron juntos sus fábricas, y pasó horas entrevistándolo a él, a su entorno y a sus adversarios. El resultado es un relato íntimo y revelador, repleto de historias asombrosas, éxitos y fracasos, que plantea la siguiente pregunta: ¿son los demonios que mueven a Musk necesarios para impulsar la innovación y el progreso?
Editorial: Debate
Páginas: 736