Nadie sabe muy bien qué es la pornografía. Como sucede con el dinero o el amor, no existe una definición que esté a la altura de todos los objetos, sentimientos y relaciones que abarca. Cuando uno escribe sobre pornografía, siempre arriesga mucho, la ironía o el humor son imprescindibles, e incluso el sensacionalismo y la versión más atolondrada de la honestidad pueden servir. En 1990, pocos meses antes de cumplir quince años, compré en un kiosco de Rivadavia y Acoyte una edición española de Playboy. Este libro no cuenta esa historia, y aunque de alguna manera la contiene, en su lugar imaginé el diálogo despreocupado y nocturno entre un fotógrafo y un ginecólogo. Son jóvenes, sensibles, un poco ingenuos. Mientras comparten el insomnio, reflexionan sobre Buenos Aires, las mujeres y el placer. ¿Quién más indicado que ellos para hablar sobre pornografía?
Editorial: Gárgola
Páginas: 218