Marco Stanley Fogg (por Marco Polo, por el Stanley que encontró a Livingstone y por el Phileas Fogg de La vuelta al mundo en ochenta días) está a las puertas de la edad adulta cuando los astronautas ponen el pie en la Luna. Hijo de padre desconocido, muerta su madre cuando él tenía once años, Marco Stanley fue educado por su tío Víctor, un excéntrico que se ganaba la vida tocando el clarinete en orquestas
de mala muerte. Ahora, en el comienzo de la era lunar, muerto su tío, Marco Stanley Fogg solo tiene dinero para sobrevivir unos pocos meses más. Gradualmente, pero sin pausa, va cayendo en la indigencia, la soledad y una suerte de tranquila locura de matices dostoievskianos, donde su vida se reduce a explorar los gozosos infiernos del despojamiento absoluto.
Editorial: Anagrama
Pg. 376