La historia argentina tiene dos fechas emblemáticas: mayo de 1810 y julio de 1816. Ambas organizan la interpretación clásica de nuestros orígenes: Revolución e Independencia, Belgrano y San Martín. El tiempo que transcurre entre las dos es el requerido para que la rebelión de mayo se convierta en “orden nacional” de julio.
Alejandro Horowicz, en este ensayo revulsivo y excepcional, utiliza otro calendario. Comienza en 1806, con la defensa de Buenos Aires contra los invasores ingleses (y la formación de las milicias que serán decisivas en 1810), explica la declaración de Tucumán como un cambio de estrategia militar y política encabezado por San Martín y demuestra que la crisis de 1820 es en realidad el estallido del país fundado en el viejo virreinato. Recién entonces la entronización de Buenos Aires, como cabecera de una patria en construcción, termina siendo definitiva. Un país había estallado, pero también había puesto los cimientos para la formación de una clase dominante, construida en derredor del capitalismo agrario de base pampeana, que fue acrecentando su poder a lo largo de todo el siglo XIX.
Con inteligencia y rigor, El país que estalló saca a luz la cara negada de la Argentina moderna y escribe otra historia. Demuestra que el proceso revolucionario no fue inconcluso, sino de otro signo. Entre sus efectos más notables, están el reparto de tierras discrecional (que en aquella economía era un sinónimo de poder y riqueza), un modelo de representación política portuario, excluyente, y la constitución de una poderosa elite terrateniente que a partir de 1860 consolida y dirige la Argentina hasta las primeras décadas del siglo XX. Después de este libro hay que pensar de nuevo la historia nacional.
Editorial: Edhasa
Páginas: 488