Al Caravelle rojo de alquiler le costaba subir la cuesta. Magnolia y Rose disfrutaban del viento otoñal que bailaba en sus cabellos mientras se dirigían a la cima. Como la potencia del descapotable era escasa, debieron caminar el tramo final del sendero. Allí abajo se observaba el valle y allá arriba, la mansión misteriosa. Llegaron cuando el sol arañaba el horizonte. La casa era más bella de lo que imaginaban. Todo indicaba que hacía mucho, mucho tiempo había sido abandonada y que nadie había vuelto a aparecer por allí.
Editorial: Eduvim
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