¿Cómo comienza la historia que cruza la vida y la literatura de este bienamado hijo no pródigo de un lector que compraba libros por kilo y para el que acaso haya estado escribiendo desde siempre? En la infancia. Más precisamente, en la escuela: “Un día nos fue asignado tema libre, inventar una fábula. (...) Había que inventar una historia de animales. El inesperado permiso me picaba el seso. Escribí sin parar, apretando el bolígrafo hasta que me dolieron los dedos”, cuenta en esta colección de memorias simples y encantadas por una pulsión aforística, como si del recuerdo brotaran naturalmente las epifanías.
“Así me encaminé a meter la vida en la estrechez de las palabras”, escribe el italiano desde la cima de una montaña o fundido con los versos libres del mar Tirreno. Y en todo momento idéntica tensión: la escritura que lo reúne con la libertad de la imaginación y a la vez lo enfrenta con la mezquindad del poder. La escritura como “un campo abierto, una vía de escape”. Y una pregunta que insiste: ¿quién lleva a quién? -Valeria Tentoni
Editorial: Portaculturas