Si existiera una categorización de los libros que uno lee a lo largo de su vida, propondría dos categorías: me involucra y no me involucra. En este caso, el autor escribe quizás no como vive, sino como le gustaría que uno crea que vive, y eso es un juego de literatura que establece una inevitable relación sadomasoquista en la que, al final, nos involucramos.
Editorial: Recovecos