El mar es el comienzo y es el fin. De él surge la vida, y a él van a dar todos los ríos. También es la huida, el camino para huir, más vasto que la tierra. El barco ebrio es un sueño, una aventura soñada. Tiene al menos dos planos, el narrativo y el simbólico. El primero es una aventura, los fantásticos avatares de un barco a la deriva, narrados por él mismo con deslumbrantes imágenes de exaltación lírica o que inspiran terror; el segundo, otra extensa metáfora, es la relación de una liberación espiritual llena de posibles recuerdos y que muestra un deseo incontenible, realizado simbólicamente, de un nuevo principio que termina por chocar contra la barrera de la realidad.
¡Y desde entonces, me he bañado en el Poema
del Mar, infundido de astros y lactescente,
devorando los azules verdes, donde, flotación lívida
y extática, un pensativo ahogado desciende a veces;
donde, tiñendo de golpe las azulaciones, ¡delirios
y ritmos lentos bajo los destellos del día,
más vastos que nuestras liras y fuertes que el alcohol,
fermentan los sonrojos amargos del amor!
Editorial: InterZona
Páginas: 72