Un hombre se hace a la mar solo. No viaja, ya que no parece ir a ninguna parte, más bien navega como si fuera el único hombre en la Tierra buscando un destino, dejando que el tiempo transcurra y borre toda huella de heridas pasadas o, al menos, las cicatrice. Lleva pocas cosas consigo: agua, algunos alimentos y un par de libros. Durante la travesía, los recuerdos y el presente se fundirán en un estado febril, una alucinación que inevitablemente materializará el rito de pasaje entre una realidad anterior y aquella que deberá enfrentar. Nada, sin embargo, preparará a Traven para el regreso al punto de partida al final del viaje.
Una vez más, como en sus otras novelas (Formas de humo y Kilgore), Eric Schierloh se basa en una literatura que confía en homenajes y apela a lecturas previas como germen de una nueva ficción. En Donde termina el desierto, además, saca provecho de los restos, modela el barro de las ruinas y recobra la esperanza de un relato.
Editorial: Bajo la Luna
Páginas: 156