Henry Miller fue capaz de ofrecer una Imagen indeleble de Nueva York, la ciudad en la que creció y se formó, pero el hecho de establecerse luego en la Ciudad de la Luz le convirtió en un observador privilegiado de la vida parisina.
Nacida del encargo que le hiciera en 1940 el erotómano Roy M. Johnson, que la juzgó 'demasiado poética', Días tranquilos en Clichy, llevada al cine en 1990 por Claude Chabrol, es una poderosa evocación de sus días de bohemia, disipación y escritura en el París de los años veinte, de Montmartre a la place Blanche, de las noches en los bares de mala nota a las madrugadas a la salida de las salas de baile... Con justicia se ha convertido en un clásico de la literatura erótica.
Editorial: Edhasa
Pg.232