esta puerta que en la noche/ alguien ha golpeado...
La escritura poética sobreviene, llama, nos desliza hacia el guadal: un territorio movedizo, errático; búsqueda a tientas que no arriba nunca a una tierra firme, donde el decir finalmente alcance. Poema tras poema Elena Anníbali nos permite habitar esa impermanencia, a veces próxima a un registro onírico, brindando al mismo tiempo imágenes cercanas y conmocionantes para los sentidos:
alguna tarde, esparciendo/ las diminutas semillas de achicoria salvaje en el cantero/ negro, de tierra negra, cerró/ los ojos un momento … sintiéndose atravesada/ por un radical y denso perfume a rosas…
El hilo que atraviesa este libro: cierto desdoblamiento de la poeta, bordeando un diálogo de cuerpo presente con sus ausencias, dándole voz, o voces, a búsquedas íntimas que también son, en cierto modo, colectivas. Y el protagonismo de los silencios, parecidos al reinante después de un derrumbe, en la montaña. Elena juega con los silencios, dentro de los poemas, y entre ellos, y los poemas parecen funcionar también como estampida, derrumbe.
O una avalancha –la lectura de estos poemas– que avanza transformándolo todo. El paisaje circundante y el interior. -Sol Narvaez
Editorial: Caballo Negro
Páginas: 100