Una idea recorre la política económica argentina de las últimas décadas, más allá de las distinciones ideológicas: exportar es la única solución para salir de las recurrentes crisis que provoca la falta de dólares en el país. El Atlántico, Vaca Muerta, las salinas de Catamarca y Jujuy se repite son nuestro pasaje al desarrollo, esta vez sí. En este mandato exportador han coincidido, aunque con inspiraciones políticas opuestas, los gobiernos y economistas neoliberales (de Macri a Milei) y los más heterodoxos neodesarrollistas (los gobiernos kirchneristas y el de Alberto Fernández). ¿Por qué para ninguno ha funcionado esta receta?
Este libro original y oportuno propone una respuesta convincente: la restricción externa ya no es lo que era. Hoy, no se trata tanto de que el país tenga dificultades para generar las divisas que necesita para crecer, sino que no logra retenerlas para ese objetivo. Las exportaciones nunca serán suficientes si en paralelo no se trabaja contra otros problemas, como el endeudamiento externo, la falta de instrumentos de ahorro en moneda local y la escasa reinversión de lo que se gana. Ocultar el problema y dejar todo librado al mercado como se hace de un lado o buscar que el empresariado reparta sus beneficios por convicción o por presión del Estado como se hace del otro solo prolonga las dificultades. No es extraño: ¿por qué los actores que tienen el poder estructural financiarían sin conflicto su propio desgaste?
Ni nostálgicos ni aislacionistas, con datos, análisis y propuestas producto de años de investigación, los autores llaman a dar una discusión urgente que no parece estar hoy en el radar.
Editorial: Siglo XXI
Páginas: 208