«La literatura rusa del siglo XIX fue leída desarraigada de su pueblo y su cultura. Cuando se lee a Gógol o a Dostoievski se los lee, en general, como flotando en el vacío, desconociendo los hechos que incidieron decisivamente en sus obras y en su escritura».
Los autores rusos irrumpen en el siglo XIX con fuerza y singularidad distintivas dentro de la literatura europea, proyectando hacia el siglo XX su fundamental influencia. Dividida entre el omnipotente poder del zar -aislado en su temor a la revuelta- y el pueblo campesino -sujeto a la esclavitud rural-, la sociedad tuvo un solo intérprete y un solo vocero: sus escritores. Y una sola representación: la que ellos le dieron en sus textos. Con raíces folclóricas en Asia y mirada a la Ilustración francesa, Rusia produjo en un siglo toda su literatura moderna. Imaginada y desarrollada bajo la feroz censura zarista, sus autores brindaron una narrativa y una poesía marcadas por una intensa comprensión de lo humano. Tras una introducción que nos sitúa en los hitos de la historia rusa, Sylvia Iparraguirre analiza obras de Pushkin, Gógol, Dostoievski, Tolstói y Chéjov, determinantes para la cultura universal y para todos los escritores posteriores, quienes han reconocido en algún momento ser sus deudores literarios.
Editorial: Alfaguara
Páginas: 384