Deseamos que nuestros hijos tengan una capacidad de adaptación que les permita esforzarse, esperar, frustrarse sin sufrir tanto y lograr las habilidades sociales necesarias para desenvolverse en su entorno. Pero, ¡cómo nos cuesta ver a nuestros hijos enojados, sufriendo o con miedo! Nos preocupa -o nos irrita- y a veces no sabemos qué hacer. El amor incondicional, un vínculo de apego seguro y confiado, el compromiso de sostén y acompañamiento de los padres, en combinación con la capacitación emocional constituyen la clave para que los chicos cuenten con los recursos necesarios para desarrollar una identidad fuerte y una buena imagen de sí mismos.
Editorial: Grijalbo
Pg. 376