Un anciano y una anciana, sentados en balcones opuestos, les oyen decir "brif, braf" en el patio a dos niños. "Qué tontos son estos niños" se queja la señora. "No creo que sean tontos", dice el hombre, y ofrece traducciones para las nuevas palabras que inventan los niños. La discusión con la señora va en aumento. El hombre traduce lo que para él significan las palabras inventadas. Hasta que él mismo se apropia de ese idioma.
Editorial: Capicúa
Páginas: 32