Bari, en la década del setenta. Rosa vive con sus dos hermanos, su padre y su madre en un barrio pobre de la ciudad. Aunque la niña por entonces apenas lo perciba, la casa reproduce la violencia que impera afuera. El padre, un señor de aspecto angelical y porte elegante, es en rigor un tirano; aquel que puertas adentro gratifica con humillaciones y castigos. Cuando Rosa crece lo sufre en carne propia. Quedarse ahí es morir un poco cada día.
Por eso al conocer a Marco se abraza a él como a una tabla de salvación. Huyen a Roma, se casan. El sueño dura poco: ese matrimonio es una tiranía de cuño nuevo, el marido ejerce sobre ella una crueldad similar a la que vivió su madre. Se ve en un callejón sin salida, cuando le anuncian la muerte del padre. Debe volver a su antigua ciudad, enfrentar el pasado: la atracción que sintió entonces por un hombre mayor que ella y dejó pasar; la amistad prohibida con una prostituta, el odio al padre que todavía la consume. Debe buscar ahí las claves de un presente que no le da descanso, de un círculo vicioso que no consigue romper.
Como en Susurros de belleza, su aclamada novela anterior, en Bendito sea el padre Rosa Ventrella huye de las simplificaciones para adentrarse en el terreno ambiguo y vertiginoso de las emociones amorosas. Narra la historia emocionante y dura de una mujer marcada por la violencia masculina, y por las huellas perdurables que engendra. Al mismo tiempo, su escritura se rinde a la voluntad de conjurar ese daño, de hallar el difícil atajo donde la felicidad plena sea posible.
Editorial: Edhasa
Páginas: 256