¿Podemos decir que el juego fue un invento de la naturaleza? Todas las especies juegan, cada una a su manera. Jugar es una forma de aprender a vivir en el mundo.
Los humanos llevamos el juego más lejos: inventamos los deportes.
Hacer deporte nos invita a soñar. Imaginamos futuros posibles. Creamos jugadas, partidos, festejos. Implementamos herramientas que nos empujan a esforzarnos para hacer esos sueños realidad. Nos pensamos consiguiendo objetivos por intermedio de ese gran invento humano y trabajamos con pasión para que sucedan. En el medio, aprendemos.
Un campo de juego es un escenario donde podemos hacer realidad aquello que imaginamos. Un lugar donde sucede una mezcla de juego, lucha y danza en un contexto delimitado por reglas que lo hacen tan apasionante.
Querer ganar es una obviedad, pero ¿qué tal si construimos un juego tan hermoso, tan bello que esa sea la verdadera victoria? ¿Qué tal si buscamos un juego donde tratemos de sacar lo mejor del oponente, donde deseemos profundamente que quien está enfrente tenga una tarde perfecta e iluminada, de esas que te llevan a tus límites? ¡Ah!, ahí estamos hablando de amar el juego.
Mente fría, corazón caliente te enseñó a manejar el estrés. Con Amar el juego vas a comprender el significado de la competencia y hacer del juego un arte.
Editorial: Club House